diumenge, 19 de gener del 2025

LA VULNERABILITAT DE LA POLÍTICA VALENCIANA

Em sembla molt interessant l’article que recentment ha publicat Juan R. Gil en el diari Levante-EMV, amb el títol “La Comunitat Valenciana, bajo el 155”.

El que destaca aquest periodista és que, ni en el PSPV ni en el PPCV, es discutirà cap decisió que es prenga en la seu central de les seues organitzacions. No és que no hi haja possibilitat alguna d’oposició, és que no queda ningú que tinga dret de rèplica.

Com diu hui mateix Fernando Vallespín en el diari El País, “PSOE y PP han empezado a imponer una nueva dinámica territorial. La Moncloa se entromete en la selección de sus líderes en algunas comunidades, y los populares dejan claro que tendrán una única voz”.

Ambdós articulistes, que publiquen en mitjans diversos, coincideixen en la mateixa apreciació: els dos partits d’àmbit estatal més importants imposen una disciplina ferrenya a sengles líders territorials valencians a fi que els interessos valencians es dissolguen en els interessos dels seus partits en l’àmbit estatal.

El que diu Juan R. Gil és açò:

Resulta muy difícil entender el propósito de la gira por Valencia realizada esta semana por el líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo. Estamos acostumbrados a pensar que en política siempre hay una estrategia, buena o mala, tras cada acción. No es del todo así. En política, como en la vida, también hay ocurrencias, salidas de curva, pasadas de frenada. Da la impresión de que este es el caso.

Feijóo ha estado, desde la Gran Riada, tres veces en Valencia, contando esta. La primera vino para impulsar el relato de que el Gobierno del PSOE y Sumar era el culpable y el Consell del PP, la víctima. Lo hizo de forma tan apresurada, que dejó con el pie cambiado incluso a Mazón, que a esas horas se deshacía en elogios hacia Pedro Sánchez. La segunda fue con motivo de los funerales celebrados en la catedral de Valencia, con presencia de los Reyes y de algunos (no todos) de los familiares de las víctimas. Feijóo tuvo el acierto de acudir: no se puede alegar, como hizo parte de la izquierda, que la ceremonia era religiosa cuando ninguna autoridad civil, ni autonómica ni central, había sido capaz de organizarla. Y Sánchez erró no asistiendo. Pero el líder del PP tuvo la oportunidad aquel día de mostrar empatía con los damnificados. No lo hizo.

Pero si las otras dos tenían un propósito táctico claro o se inscribían en la obligación que un dirigente público adquiere ante los ciudadanos, esta tercera solo resulta comprensible desde el estrecho y ponzoñoso marco mental en que está instalada la política en Madrid, donde todo, desde el franquismo hasta la DANA, es susceptible de ser utilizado como arma de destrucción masiva contra el otro. El líder del PP se equivocó gravemente haciendo que sus voceros adelantaran su visita pregonando que «Sánchez está con Franco y Feijóo, con los valencianos». A partir de ese eslogan, no transmitido oficialmente pero sí jaleado por los canales habituales del PP como parte del argumentario del día, todo adquirió una dimensión sectaria y alejada de la preocupación por los que han sufrido la catástrofe que teóricamente se quería demostrar.

Muchos medios han interpretado el viaje de Feijóo como una suerte de respaldo a Mazón. En mi opinión, ha resultado lo contrario. El miércoles, lo único que quedó claro de la minivisita rigurosamente controlada a la zona cero que realizó el líder del PP es que el presidente de la Generalitat aún no puede hacerla y que Feijóo tampoco lo quiere en esa foto junto a él. El jueves, en la comparecencia conjunta que ambos hicieron ante la prensa, el jefe del Consell quedó relegado a jugar un papel gregario. Bajo la mirada atenta de Feijóo, Mazón protagonizó el ataque más duro que un presidente autonómico ha lanzado nunca contra un presidente del Gobierno, tildando a Sánchez de cruel y falto de escrúpulos, justo cuando desde todos los sectores, incluso desde el seno de su propio Consell por boca del vicepresidente Gan Pampols, lo que se está pidiendo es una desescalada entre ambos Ejecutivos que permita avanzar en la reconstrucción. La intervención de Mazón en esa declaración no fue, por tanto, en beneficio de los ciudadanos que gobierna, sino en interés de la batalla sin cuartel que su jefe de filas y Sánchez libran por La Moncloa.

La vulnerabilidad de la política valenciana está llegando a un punto en el que cabe preguntarse si nos habrán aplicado un 155 y no lo han declarado. Ya sé que el Consell no ha violado la Constitución ni ninguna de las leyes que sostienen la convivencia, como ocurrió en el ‘procés’. Y que, por tanto, de iure no hay nada. Pero en cuanto a la potestad política, los valencianos la hemos perdido toda. Diana Morant, la ministra secretaria general del PSPV, trabaja a tiempo completo como portavoz de Sánchez en la tierra. Y Carlos Mazón, arruinado todo liderazgo por la pantanada, depende exclusivamente de Feijóo para mantenerse en el puesto o incluso para confiar en que le den salida si en algún momento la cúpula del PP decidiera desprenderse de él. Tanto Sánchez como Feijóo, por si faltaba algo, fomentan la desestabilización en beneficio de sus propios cálculos. El primero alienta la contraposición entre Morant y la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, tanto como el segundo promueve las especulaciones sobre las posibilidades de que sean la alcaldesa de València, María José Catalá, la ‘número dos’ del Consell, Susana Camarero, o hasta el presidente de la Diputación valenciana, Vicente Mompó, los llamados a encabezar la candidatura del PP en unas próximas elecciones, con él apartado. Y lo hacen, Sánchez y Feijóo, con la tranquilidad de tener a sus respectivos partidos en la Comunitat Valenciana cautivos y desarmados. Nadie, ni en el PSPV ni en el PP, va a discutir ninguna decisión que se tome en las sedes nacionales de sus organizaciones. No es que no haya posibilidad alguna de oposición, es que tanto en un caso como en otro no queda, ni siquiera, nadie que tenga derecho de réplica. No hay, por tanto, al menos por lo que toca a los dos principales partidos, política alguna que se haga en Valencia y se traslade a Madrid, sino consignas que a diario y desde Madrid se imponen a Valencia. Si eso no es suspender de facto la autonomía, ya me dirán qué es.

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