A tiempo llega esa bandada de
pájaros
que oscurece el cielo cuando
atraviesa
la ciudad de parte a parte, y no
cesa
de revolotear formando olas en el
aire.
En su momento viene para
recordarnos
que son vanas nuestras esperanzas,
en este escenario cruel donde mil
tordos
enervan la primavera con sus
graznidos.
Y si no es posible el silencio, ni
es bella
la ciudad y todo el paisaje se
encrespa,
es justo que estas ennegrecidas
aves
inunden nuestro jardín más
preciado.
Pues en eso no hay engaño: la
tristeza
se adapta a la medida de cada uno
para que todos sepamos de cierto
cuándo la vida nos golpea más
bajo.
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