Dos poemes: el primer, va ser escrit quan
tenia 15 anys i forma part del llibre “La quinta soledad”; el segon, als 50
anys, i pertany al poemari “Otras voces”.
“DICIEMBRE PASA…”
Diciembre pasa,
diciembre muere.
Entre las hojas
secas,
yo quiero tocar
tu pelo
mojado por la
fina lluvia
que se estremece con el viento de la
tarde.
La tarde pasa,
la tarde muere.
Sobre las nubes
del ocaso gris
quisiera verte
temblando y sin hablar,
escapándose de
tus labios la brisa
llena de calor
que tu cuerpo
creó para el
desesperado que día tras día
te espera en el
camino
del llanto, de la amargura y del frío.
¿Dónde estás?
Si mis sueños te crearon,
¿por qué
perturbas mi razón?
Si no existes,
¿por qué te espero?
¿Por qué sigo
soñando en tu sonrisa irreal?
¿Por qué siento
el fuego de tus besos,
todas las
noches, tan cerca?
¿Por qué no
huyes, sombra informe,
si solo eres
una esperanza inalcanzable?
¿Por qué sigues
dentro de mí,
si no eres más
que una figura creada
por una mente
trastornada
para calmar su dolor?
¡Vete de mí! Ya
no quiero seguir soñando,
ya no quiero
seguir esperando tu dulce aliento,
tu bello cuerpo moldeado por mis manos en
la oscuridad.
CANSANCIO
Tienes un
origen remoto,
tu respirar
profundo me causa una inquietud
que no osaría
definir, lo ignoro
todo de ti y
sospecho que me buscas.
No digo que estés a
punto. A menudo
presiento que
te mueves lejos, muy lejos,
pero intuyo que
aspiras a permanecer bien cerca
de esa soledad que me has adivinado.
Sería fácil
creer que sin palabras
nos decimos
aquello que otros no aciertan a expresar,
después de
muchos años de hablar y de intentarlo.
Sería fácil mentir y muy difícil
engañarnos.
Nada te une a
mí. De donde procedes,
otras voces
vinieron algunas veces a proclamar
que unas manos
podrían acariciarme,
si llegara el día en que me sintiera
profundamente hastiado.
Ya ves que no
me hago ilusiones.
Hubo un tiempo
en que la vida y sus conjuros
me ofrecieron
una dicha sin cansancio, y ahora sólo creo
en aquel fulgor
que sobrevive a la fatiga.