Els dos poemes d’aquesta entrada els vaig
escriure quan era un adolescent de 15 anys i volia ser poeta.
El primer d’ells és una cant a la nit
silenciosa, que ens acull al seu si per protegir-nos de la infelicitat que ens
envolta. Una manera de fugir cap a dins d’un mateix per gaudir de la calma. Fa
així:
Acaríciame luna dormida,
acaríciame con el rayo de tu luz pálida.
Dame un beso suave, lento,
sin
despertarme.
Acaríciame noche de primavera,
que tu brisa cálida balancee
mi hamaca suspendida en tus entrañas.
Me gustan tus estrellas lejanas,
me gusta tu silencio imperecedero,
tu
soledad maravillosa.
Abrázame interminable sueño,
ya
casi no siento nada.
L’altre poema me’l van inspirar els
enderrocs d’una cabanya que em vaig trobar mentre passejava vora el riu Xaló.
En aquell moment, segons recorde, un fort sentiment de solitud m’embargava i la
visió de la cabanya abandonada em va suggerir que tots els solitaris se senten
així: abandonats, com vivint de records.
Aunque medio derruida, la cabaña,
la sucia cabaña de piedra y de hierba,
de techo de cañas podridas,
vence al tiempo y aguarda en el camino
la hora en que el viento arranque sus débiles cimientos
y
arrojada al azar encuentre su destino.
El cielo de enero está gris,
el campo desierto aúlla la nota imperceptible
del silencio total de palabras, de ruidos y de
objetos.
Entre las rocas, ocultos lagartos duermen
su sueño invernal frío y quieto.
En el ambiente flota una extraña mezcla
de
respiración jadeante y voz ronca.
Sin embargo, no hay nadie.
Solo el camino de tierra mojada,
solo las rocas inertes quebradas
y el cielo que llora y tiembla,
truena
y calla, se agita y gime.
Sin embargo, no hay nadie.
Solo los árboles que inquietos elevan
un leve murmullo de olas que mueren,
de viento que pasa y de espuma
que se derrite en un mar lejano.
Solo la cabaña,
la sucia cabaña de piedra y de hierba,
de techo de cañas podridas,
de
muros silenciosos y sueños dormidos.
Sin embargo, no hay nadie.
No, no hay nadie.
Solo un sueño perdido ya hace mucho tiempo,
solo una lágrima de un llanto lejano,
solo una sonrisa que flota en el aire,
que vive y no existe, que es y no es.
La eterna sonrisa que unos labios buscaron,
la
eterna esperanza que nadie encontró.