L'any 1974, el meu amic Salvador Calatayud Giner i jo vam guanyar un premi de
poesia. Amb el títol “La quinta soledad”, fem públic per primera vegada després de 38
anys el poemari guanyador, que va ser escrit quan teníem 15 anys.
LA QUINTA SOLEDAD
de
Salvador
Calatayud
Robert Cortell
PRESENTACIÓN
Este libro de poemas
obtuvo, en la primavera del año 1974, el premio a la mejor colección de poemas
en las justas literarias celebradas para conmemorar el quincuagésimo
aniversario de la fundación del Colegio San Antonio de Carcaixent, del que los
autores éramos alumnos de sexto de bachillerato. No hace falta decir, pues, que
se trata de un libro escrito por dos adolescentes que compartían unas inquietudes
comunes, no solo literarias sino también musicales y vitales.
Esta afinidad se hace
evidente en el tono general de los poemas, pues si bien resulta notoria la
existencia de dos voces distintas, no es menos cierto que se deja ver un fondo
existencial común de preocupaciones, inquietudes y angustias muy propias de la
edad en que los poemas fueron escritos; aquella edad inaugural en que empezamos
a hacernos preguntas y nos damos cuenta de que solo nosotros mismos las podemos
contestar.
Es un sentimiento de
soledad, pues, el que dominaba nuestra aproximación a la poesía; queríamos a
través de estos poemas aflorar el desconcierto que nos embargaba y que de otra
manera no nos hubiéramos atrevido a expresar. Por otra parte, dada la amistad
que nos unía, era prácticamente diario el intercambio de poemas entre nosotros.
Esta comunión se nota en el libro, donde siendo apreciables las diferencias (ya
adelantamos que los diez primeros fueron escritos por Robert Cortell y los
otros diez por Salvador Calatayud), no puede negarse que se pasa de un bloque
de poemas al otro sin casi solución de continuidad, en cuanto al espíritu y la
problemática que los inspira.
Eran aquellos tiempos
muy distintos a los actuales. La libertad no estaba en la sociedad sino en el
interior de cada uno, y debíamos luchar por abrirnos un hueco y dejar oír
nuestra voz. En ese contexto, un adolescente se veía forzado a madurar más
pronto que ahora, pues tenía que afirmar su identidad cada día y cuestionarse
muchos de los dogmas que diariamente le predicaban.
Cuanto queda expuesto,
no pretende ser más que una breve explicación acerca de cómo y cuándo se
escribió este libro. Falta por explicar por qué se publica, y la respuesta es
muy fácil: los autores aceptamos gustosos cualquier crítica que se pueda hacer
al poemario; es cierto que tiene muchas imperfecciones, pero es nuestro libro.
Nunca más podremos escribir cada uno de nosotros, juntos o por separado, unos
poemas que reflejen de una manera tan sincera lo que entonces sentíamos, en ese
tiempo en que todo lo que haces te marca para siempre.
Con todas sus
imperfecciones, pues, estamos orgullosos –si no de estos poemas– sí de haber
querido ser poetas cuando apenas teníamos quince años y de haber guardado en
unos cuantos versos una parte importante de lo que un día fuimos y, por tanto,
aún seguimos siendo, porque releyendo estos poemas hemos revivido nuestro
despertar a la vida, y es doloroso y bello a la vez recordar que un día fuimos capaces
de sentir así.
Este libro ha estado más
de treinta años fuera de nuestro alcance, pues en su día no conservamos una
copia del original. Sin embargo, la fortuna se alió con nosotros, y después de
mucho buscarlo apareció en la biblioteca de Carcaixent, pues formaba parte del
legado documental entregado por la familia de Soleriestruch, escritor que fue
miembro del jurado del premio antes mencionado y también profesor nuestro. A su
memoria queremos dedicar este libro, en agradecimiento a que un día tuviera
interés en conservarlo.
Los poemas se publican
siguiendo el mismo orden del original y, salvo unas cuantas correcciones
lingüísticas y algún verso que nos ha parecido especialmente desafortunado, se
respeta íntegramente el texto original.
A la memoria de
Soleriestruch,
ilustre escritor carcaixentí.
1
Llegó al mundo
un día,
para ser feliz.
El viento
soplaba,
soplaba,
y no quiso vivir.
2
Niño solitario,
nuestra luna es
diferente,
¿no ves cómo su aura no es igual?
Caminas con tu
soledad,
mirando con
mirada profunda a los hombres
que nunca te miran.
Niño solitario,
yo amo el dulce
eco de tus palabras,
yo amo tu
insignificancia,
pero después siento lástima.
Caminas… Las
sombras…
No temas, el
mundo está lejos,
muy lejos…
Sin embargo,
lloras,
caminas con tu
soledad,
y miras la
luna,
nuestra luna.
¿Verdad que
nuestra noche
es más hermosa?
3
Todas las
noches mis sueños crean tu figura
y bailas en mi
mente.
Me gusta tu
piel morena
manchada por la luz incontenible de mis
pasiones.
No me
atormentes más muñeca de dulce mirada,
aparta ya de mi
razón tu rostro,
tus ojos azul
violeta que todas las noches
alimentan mi llanto.
No me
atormentes más muñeca de dulce mirada,
apaga ya de una
vez con tus besos
las ansias
terribles de sentir tu cuerpo
cerca de mí.
4
Diciembre pasa,
diciembre muere.
Entre las hojas
secas,
yo quiero tocar
tu pelo
mojado por la
fina lluvia
que se estremece con el viento de la
tarde.
La tarde pasa,
la tarde muere.
Sobre las nubes
del ocaso gris
quisiera verte
temblando y sin hablar,
escapándose de
tus labios la brisa
llena de calor
que tu cuerpo
creó para el
desesperado que día tras día
te espera en el
camino
del llanto, de la amargura y del frío.
¿Dónde estás?
Si mis sueños te crearon,
¿por qué
perturbas mi razón?
Si no existes,
¿por qué te espero?
¿Por qué sigo soñando
en tu sonrisa irreal?
¿Por qué siento
el fuego de tus besos,
todas las
noches, tan cerca?
¿Por qué no
huyes, sombra informe,
si solo eres
una esperanza inalcanzable?
¿Por qué sigues
dentro de mí,
si no eres más
que una figura creada
por una mente
trastornada
para calmar su dolor?
Vete de mí; ya
no quiero seguir soñando,
ya no quiero
seguir esperando tu dulce aliento,
tu bello cuerpo
moldeado por mis manos en la oscuridad.
5
En la soledad
de mi alcoba,
mientras
contemplo la noche de luna,
una música
lejana hiere mi corazón.
Las lágrimas ahogan sus latidos.
Mis ansias
mueren, un momento, abandonadas
a la oscuridad,
a un pedazo de cielo, de noche;
a un trozo invisible de nube.
El viento
caprichoso recoge mi llanto,
juega con él,
dibuja sus
lágrimas en la oscuridad,
rompe su
asfixia y la deja olvidada
en el silencio, en el camino, en la
quietud profunda.
En la
oscuridad, en una alcoba hay una luz.
Una sola luz es
mi compañía, una sola nota,
una sola noche,
una sola luna.
6
Acaríciame luna
dormida,
acaríciame con
el rayo de tu luz pálida.
Dame un beso
suave, lento,
sin despertarme.
Acaríciame
noche de primavera,
que tu brisa
cálida balancee
mi hamaca
suspendida en tus entrañas.
Me gustan tus
estrellas lejanas,
me gusta tu
silencio imperecedero,
tu soledad maravillosa.
Abrázame
interminable sueño,
ya casi no
siento nada.
7
Aunque medio
derruida, la cabaña,
la sucia cabaña
de piedra y de hierba,
de techo de
cañas podridas,
vence al tiempo
y aguarda en el camino
la hora en que
el viento arranque sus débiles cimientos
y arrojada al azar encuentre su destino.
El cielo de
enero está gris,
el campo
desierto aúlla la nota imperceptible
del silencio
total de palabras, de ruidos y de objetos.
Entre las
rocas, ocultos lagartos duermen
su sueño
invernal frío y quieto.
En el ambiente
flota una extraña mezcla
de respiración jadeante y voz ronca.
Sin embargo, no
hay nadie.
Solo el camino
de tierra mojada,
solo las rocas
inertes quebradas
y el cielo que
llora y tiembla,
truena y calla, se agita y gime.
Sin embargo, no
hay nadie.
Solo los
árboles que inquietos elevan
un leve
murmullo de olas que mueren,
de viento que
pasa y de espuma
que se derrite
en un mar lejano.
Solo la cabaña,
la sucia cabaña
de piedra y de hierba,
de techo de
cañas podridas,
de muros silenciosos y sueños dormidos.
Sin embargo, no
hay nadie.
No, no hay
nadie.
Solo un sueño
perdido ya hace mucho tiempo,
solo una
lágrima de un llanto lejano,
solo una
sonrisa que flota en el aire,
que vive y no
existe, que es y no es.
La eterna
sonrisa que unos labios buscaron,
la eterna
esperanza que nadie encontró.
8
Recuerdo una
noche de invierno;
mis manos
querían acariciar tu pelo.
Recuerdo que
mis ansias crearon tu figura
y fuiste
soledad en mi habitación:
la soledad más hermosa y cruel que nadie
ha sentido.
Recuerdo una
noche de invierno
en que amaba la
soledad,
con una luna
frente a mis ojos
que nunca pude
tocar,
mientras
destruía la armonía de unos versos
que eran
lágrimas de mi llanto,
súplicas de mis deseos.
Mi historia
está escrita
en la oscuridad
de una noche de invierno:
impotente ante
mis ansias,
vencido por mis
anhelos,
queriendo
convertir en alas mis brazos,
queriendo
atravesar el silencio de la noche
y darte un beso.
Recuerdo una
noche de invierno,
con una luna
ante mis ojos
incitándome,
llamándome,
pero que nunca logré tocar.
Porque mi
historia está escrita así,
en la oscuridad
de una noche de invierno.
9
El tren me
espera, mas hoy como siempre
partirá sin mí.
Hoy, mañana,
ayer. Mi tiempo
es el disecado
paisaje de un ansia contenida.
Los minutos,
las horas, todo se confunde
en una sucesión
absurda
de instantes.
El tren me
espera, para llevarme
a ese suave y
secreto refugio
donde cielo,
mar, luna y arena se confunden
y así forman
una indivisible unidad.
Sin embargo,
hoy como siempre
partirá sin mí.
Yo lucho por
destruir los cristales de mi alcoba
y escapar, pero
mis manos de hueso y carne
son como todas
las manos: inútiles,
incapaces de atrapar lo irreal.
Lejos, donde solo
mi mirada alcanza,
está mi
anhelado universo,
porque no tengo
otra obsesión
que la de
forjar imposibles.
10
Espérame.
Mis labios
jadeantes quieren beber
la luz
misteriosa que mana de tus ojos.
No te pierdas.
Ven,
antes de que la
noche llegue.
Necesito
acariciar la tranquila oscuridad
de tu pelo.
Ven, antes de
que el sendero se pierda
en el abismo.
Espérame.
Y cuando
estemos solos
desnuda te
quiero.
Necesito
escupir el manantial de mis pasiones incontenibles
sobre tu
cuerpo.
Cuando estemos
solos
no digas nada.
Deja que el
silencio se derrita
sobre nuestros
cuerpos abrazados,
desesperados,
mientras
tratamos de aprovechar
hasta la última sensación de placer.
(La tierra
huele a pasión,
el viento arroja pasión.)
Espérame.
Escucha la
llamada
cansada
de mi garganta.
Sé que te gusta
la luna,
pero no te
vayas.
Verás cómo es
más hermosa
si la
contemplas junto a mí.
Sé que te gusta
la noche,
pero no dejes
que te arrastre hacia sus entrañas
sin mí.
Detén el paso
y espera.
Siente la noche
conmigo.
Espera, muñeca,
espera,
que mis pasos
están cansados
de caminar.
Quiero sentir
la eterna humedad de tu cuerpo
sobre mis sentidos.
(Quiero que la
tierra
se moje de pasión.)
Sin embargo,
huyes,
muñeca de
confusa figura.
Huyes de mí.
Los latidos de
mi corazón vomitan ansias, ahora
que la noche te
ha llevado sola
a lo
desconocido.
Mis movimientos
son solo deseos, ahora
que el
misterioso encanto de tu mirada
ya nunca podré sentir.
(Cuando estemos
solos
desnuda te
quiero.
Necesito
arrojar hasta mi última pasión
sobre tu
cuerpo.)
11
Derrotado.
Vencido.
Sediento de
lágrimas.
Sediento de
calor.
Todo lo que se
mueve a mi alrededor
es un falso decorado.
La playa
tranquila
a donde llegan
las olas mansas;
la playa
a la que llegan
los vientos
agitando las
frágiles flores;
la playa donde
brilla el sol
sin que se
escuche
el amargo
sollozar
de los que
consumen sus vidas,
sigue estando lejos.
La luna sube
alto,
se pierde entre
un universo de estrellas,
lejana, como la
playa.
La luna
devora mis anhelos.
12
I am yours. Soy tuyo.
Tómame.
Levántame con
tus manos.
Días lejanos,
días ocultos,
días rojos.
Deseo volar con
tus alas.
Quiero buscarte
en el cielo,
en el cielo
azul,
en el cielo de espuma.
I am yours. Soy tuyo.
Llévame.
Borraré las
huellas de mi camino
y estrecharé tu
mano,
tu mano cálida,
tu mano de
cristal,
tu mano dulce.
Quiero que
vivamos juntos,
juntos para un
segundo.
No eternamente.
La eternidad no es para nosotros.
I am yours. Soy tuyo.
Voy a soñar
junto a ti.
13
Dame tu sol.
Dame en tus
manos abiertas
el sol de la
salvación.
Yo tengo miedo
de entrar
en el mundo que
hay frente a mí,
dispuesto a
hacerme suyo.
Tengo miedo de
un mundo
que no es para
mí.
Y no puedo
abrazarte.
Estás lejos,
muy lejos,
perdida en unos
sueños irreales
que intentaron
transformar la realidad.
Por eso
necesito tu sol
y necesito tu
luna
y necesito toda
tu luz,
toda tu
esperanza.
14
Poco a poco la
tarde iba cayendo.
En el cielo
seguía dibujada la tormenta
y por mi cuerpo
tus caricias de
fuego y alma
bañaban mi
sueño.
En un mar de
besos,
de amor y de sábanas
bañaban mi
sueño.
El viento,
afuera, soplaba;
mis manos
tocaban tu cuerpo.
Era invierno
y su voz
agorera llenaba la cama
de sangre y de
muerte.
Las horas
pasaban,
sobre la ciudad
seguía cayendo
un techo de
cieno.
Tus horas sin
palabras,
tus sueños sin
horas
llenaban mis
manos.
Y tu sostenías
sobre ti, mi
peso.
Creer es
posible,
amar es irreal.
Cuando la tarde
es una circunstancia.
Cuando el
viento es una vida.
Cuando las
horas son cielo.
Pero yo te viví
y tu eterno
silencio
llenaba mi
alma.
Mientras besaba
tus labios
y tocaba tu
cuerpo
vi a Dios entre
tus cabellos.
15
Suave atardecer
lleno de vida.
Sombra ficticia
que refleja una mirada.
Más allá, vacío
o lleno, no importa.
Eterno
silencio, silencio eterno.
Viviré quizá
junto a todo ello,
llenando cada
mañana
mi corazón de
ensueños.
Llorando
siempre
por ser nada,
por ser cielo.
Esperando
siempre
algo, algo
desconocido y volátil,
imperceptible,
inexistente,
lejano.
Tal vez la
propia vida
que nunca tuve,
tal vez el
propio dolor de vivir
que tuve
siempre.
16
Mis amargas
lágrimas
chocan con la
barrera infranqueable de la noche;
por siempre
llenan mis ojos.
Aparecen y
muestran su sabor
y nosotros
continuamos en el eterno danzar,
siempre
agitando los brazos que se hunden,
que se pierden
en un mar que no es el nuestro.
Las notas
golpean mi cerebro,
sedientas de
miradas,
anegadas en
soledad.
Ésta no es
nuestra noche,
no existe
nuestro amanecer.
Gritar es lo
que podemos hacer;
gritar y que
nuestros gritos
reboten en las
paredes invisibles
de la rutina y
la quietud.
17
Qué hacer
cuando el amanecer se cierne
más que
adorarlo y postrarse ante él.
Pero más arriba
que el amanecer
está el Gran
Mediodía,
está la propia
vida o la búsqueda de la luz errante.
¿Por qué no amo yo lo que quiere ser
amado?
No es mi vida
la vida que hay bajo el sol.
No, no es mi
adiós el adiós que pronuncia mi boca.
Sobre mis
hombros descansa
el peso enorme
de las ansias:
ansias de
trascendencia,
ansias de no
pasar sin despertar,
deseos de
hablar sin palabras,
ansias de cubrirme de nubes.
Con nubes
blancas de renacer
quiero hacerme
mi traje,
con nubes
frágiles de esperanzas
quiero olvidar
los gritos de mi corazón
y olvidarme
también de mí mismo;
subir a lo más
alto de la escalera
que se pierde
entre templos de dioses invisibles,
donde es
posible andar cogidos de la mano
sin miedo a
resbalar y caer.
18
Adiós, adiós,
mi barco llega.
Adiós.
Nada afluye hoy
a mis labios,
ni una palabra
que decir.
Nada que
prometer.
Adiós,
brilla en mis
ojos la nostalgia.
Adiós,
la voz me
llama,
el tiempo
apremia,
adiós.
Ya mis primeros
pasos se alejan,
pesados,
arrastrando su carga de indiferencia.
Adiós.
Nada afluye hoy
a mis labios,
ni una palabra
que decir.
Nada que
prometer.
Con la muerte a
cuestas,
con el alma
hundida;
adiós.
La esperanza
devoradora
ha quemado mi
vida;
la melancolía,
la nostalgia,
han muerto mi
corazón.
Adiós.
19
Hoy he sentido
que estaba muriendo.
A plena luz, a
pleno sol,
sangraba todo
mi yo.
Hoy he esperado
una sonrisa de la gente que pasaba
y en pleno
mediodía
sus bocas no
sentían mi amor.
Hoy he soñado
y soñando,
soñando sentía mi muerte.
Se puede morir
soñando,
se puede morir
de amor.
20
El mundo está a
mis pies
esgrimiendo
inalterable
sus ansias de
oro y piedra.
Hoy he
necesitado morir por todos,
ser soledad por
todos,
robar mi trozo
de luna.
El sol aún
lanza su luz
desde su lugar
oculto.
Sobre mí, la
techumbre inmensa
del cielo
abierto,
mi cúpula de
monótona quietud.
Las campanas
suenan lejos,
también el
ruido de los motores.
Mi quinta
soledad
brilla ya en el
cielo,
mientras
reclamo mi parte de vida,
mientras
extiendo hacia las montañas mis brazos
pidiendo mi
última esperanza,
redoblando los
esfuerzos
para mirar sin
gritar.
Corre el tren a
lo lejos;
he podido
contar veinte ventanillas,
veinte puntos
luminosos sacudiendo su carga de ansiedad.
Las luces van
creciendo.
Hoy he podido
ver
que hay nubes
de muchos colores,
de muchas
extrañas posturas.
El viento casi
no agita el atardecer.
El mundo sigue
creciendo a mi alrededor,
sigue mostrando
sus fauces abiertas.
¡Oh! ¡Último
brillo de la quinta soledad!
¡Comienza mi
cuenta atrás!
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