dissabte, 23 de març del 2024

QUADERNS RETROBATS

Estos últims dies he estat regirant papers a la casa dels meus pares i, de manera sorprenent, han aparegut uns quaderns que romanien oblidats en un calaix des de feia quasi cinquanta anys.

Quan tenia quinze o setze anys, feia servir uns quaderns de tapes de cartró de diversos colors per a passar a net els meus poemes. I així ha sigut com, quan menys ho esperava, he recuperat els versos que escrivia quan era un adolescent.

He de reconéixer que l’experiència ha sigut molt emocionant, ja que en llegir el que escrivia quan era un monyicot m’he adonat que en aquell moment inaugural de la meua vida m’interessaven uns temes que, després, sempre m’han preocupat. Una vegada més, doncs, s’ha confirmat que la infància és la pàtria dels éssers humans, i que allò que aleshores no racionalitzava del tot, ara, després de tants anys, quan he madurat, amb més experiència i més força en el pensament, seguix semblant-me pròxim, és a dir, em reconec en aquell xiquet que un dia vaig ser i en els versos que aleshores escrivia. Ara podria, potser, explicar-me millor, però no per això seria més sincer en la manera d’expressar el que bullia al meu interior.

No és que els poemes em semblen brillants, però no renunciaria mai a ells, ja que tenen una autenticitat que difícilment ara podria mantindre. L’ardor juvenil em feia prendre carrera i quan em posava a versificar preferia ser rotund a ser delicat.

Els poemes estan escrits entre els anys 1973 i 1975, i jo en aquella època era un alumne de batxillerat que parlava en valencià però escrivia en castellà, com tots els xiquets que ens vam criar durant el temps ignominiós de la dictadura franquista. Per tant, la meua poesia d'aquella època està tota escrita en eixe idioma, que era també el idioma dels grans poetes que jo llegia en aquell moment: Machado, Lorca. Miguel Hernández, Alberti, Neruda, etc.

Ací teniu uns quants poemes, perquè en feu un tast dels meus pecats de joventut:

I

Al son de las sacudidas

de una noche larga y lenta,

escupí sobre el asfalto

de una calle sin fronteras.

Cuántas cosas no he olvidado,

cuántos recuerdos me ciegan

de una historia que se escribe

con sangre, luto y paleta.

Cuántas palabras se repiten

pero después se desechan.

Quiero la muerte tranquila,

quiero la verdad a secas.


IV

Te imagino

y eres irreal,

llena de silencio.

 

Quiero acariciar tu voz,

tu voz dulce,

tu voz de cristal.

.

Quiero tocar el velo transparente,

el velo blanco,

el velo de luna

que cubre tu cuerpo frágil,

misterioso.

 

Te imagino

y eres irreal.

Déjame volar junto a ti;

la eternidad no me asusta

a tu lado.


  IX

Mañana de papel,

recuerdo tu brisa reciente,

tu luz tangible,

tu horizonte ensimismado.


Mañana de papel,

que ardiste cuando mi fuego

ya casi acariciaba tu calma.

Que te convertiste en cenizas

cuando mi mirada

podía ser un rayo de tu cielo.

 

        XIV

Me pierdo entre estrellas y abismos,

olvidado de todo lo que es humano,

de todo lo que durante tantos años

ha limitado mis ansias de infinito.

 

Me pierdo entre oscuridades sin caminos.

He estado demasiado tiempo jugando,

demasiados sueños he soñado

para seguir en tierra y por eso me he perdido.

 

Soy inmortal y formo parte de un infinito.

Me pierdo entre penumbras y albores,

entre dulces silencios sin relojes,

olvidado de todo lo que es humano y reducido.

 

     XVIII 

Un poco de sol, un poco de aire.


Viento, abre la ventana,

penetra con toda tu fuerza

en la triste habitación sin lluvia,

con su cama, su mesa, su silla

y ese inevitable reloj de pared

que vomita su tic-tac en el oído.


Viento, abre todas las ventanas;

abre todas las paredes y todos los muros,

que no quede nada por abrir

en el mundo.


Tierra, ábrete para que mi cuerpo

vague por tus secretos pasadizos,

entre cavernas y cuevas profundas,

donde duermen los seres olvidados

que un día respiraron el aire y la luz.

 

Ábrete, día, para que mis ojos

puedan consumir la claridad.


Ábrete, infinito, que quiero ser

una estrella invulnerable,

una infinita porción de vacío,

una inacabable molécula de oscuridad.


                            XIX

Más allá del cristal, la noche, y más allá, la nada.

Separaciones, ventanas: aquí el silencio, allá el sonido,

por todas partes despojos de esperanza, el vacío.

 

Déjame existir en tu mirada, que entre los cristales

la muerte es una sombra que se presiente muy cerca.

 

Sentado en una habitación poblada de pájaros

que me devoran poco a poco, a picotazo limpio,

siento cómo el suelo intenta recuperarme.

 

Arrebátame de este encierro, de esta oscuridad,

déjame vivir en tu mirada, prendido de esa luz

que despide el gris infinito de tus ojos.


                      XX

Me gusta avanzar entre las rocas,

por la espesura de un bosque incierto;

no creo en el camino sino en el que anda.

Creo en el hombre que descree

y se detiene a meditar su alternativa.

 

Creo en el hombre que no acepta,

en el que busca y no encuentra, no creo

en la fácil oración de quien lo sabe todo

y solo repite lo que ya se ha dicho.

Creo en el hombre que crea.

 

Creo en el rebelde que golpea y destruye

todo lo que le contiene, en el que grita;

aprendo del hombre que sabe escuchar,

de aquel que planta cara a quien le entorpece.

Creo en el hombre que se abre paso.

 

        XXIV

Amor, que te quiero triste, amor,

que te quiero cansada, amor,

que te quiero palpitando

una noche larga.

 

Amor, que te necesito verde, amor,

que te necesito blanca, amor,

que te necesito desnuda

junto a mi ventana.

 

Amor, en mis días tristes, amor,

quiero escuchar tus palabras, amor,

en mis noches profundas,

un beso y una lágrima.

 

Amor, palpita a mi lado, amor,

que la vida se me escapa, amor,

que nos persigue la brisa

de la mañana.


            XXVIII

 A la luna me llevaron seis estrellas,

una noche lluviosa y extraña,

el miedo convirtió mis manos en garras,

me quisieron arrastrar hacia el abismo.

 

Hundido en una grieta volcánica,

me recogió una fuerza salvaje,

marcó mi regreso un reguero de polvo,

permanecí dormido durante semanas.

 

En el amanecer de un día cualquiera,

desperté aturdido ante un paisaje normal;

pronto me di cuenta de mi situación:

no se puede vencer pero sí luchar.

 

Húndeme en una duna del desierto,

rescátame de la más grande calamidad;

yo estoy aquí siempre alerta,

víctima y verdugo, perseguido y cazador.




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